miércoles, 24 de septiembre de 2014

valor de uso y valor de cambio

En el comienzo del primer capítulo del Libro Primero de El Capital (1867), Karl Marx (1818-1883) formula la distinción entre valor de uso y valor de cambio. El primer concepto alude a la capacidad que posee un bien o servicio para satisfacer necesidades de las personas; el uso es, por tanto, la utilización de la cosa por el individuo para realizar su goce. El segundo concepto, en cambio, designa a la capacidad que posee una mercancía (bien o servicio) de ser cambiada en el mercado por otras mercancías; a diferencia del valor de uso, el valor de cambio presupone necesariamente la existencia del mercado. En El capital, si bien reconoce que es el sustrato material del valor de cambio, Marx no desarrolla la concepción del valor de uso.

El proceso de trabajo, en su forma capitalista, está centrado en el valor de cambio (más exactamente, en la producción de plusvalor). Para el capitalista, el objetivo del proceso productivo es la producción de mercancías que puedan venderse en el mercado. En el fondo, no le interesa qué mercancía produce, sólo le importa qué se venda. Toda su "responsabilidad social" concluye allí.

La hegemonía del valor de cambio engendra la paradoja de que el capitalismo, lejos de tener presente las necesidades de los individuos, impone a las personas sus propias necesidades, en la forma de la creación de la compulsión a la compra de todo tipo de mercancías. No es la satisfacción de las personas la que guía el rumbo del proceso productivo, sino el goce y la satisfacción del capital a través de la producción de cantidades crecientes de plusvalor. En el capitalismo desarrollado se da el caso curioso de que los individuos tienen que estar permanente insatisfechos para que el capital pueda gozar con el plusvalor. En un correlato de la teoría del fetichismo de las mercancías, la esfera del goce se desplaza desde las personas hacia las cosas.



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